Tras muchos años detrás de poder ver a los suecos KAMCHATKA en directo, la noche del pasado viernes los astros se alinearon en la Sala Copérnico Cavern gracias a Dreaming Dreams Live Productions.
Una de las bandas pioneras en rescatar en el siglo XXI las vibraciones del blues-rock y el hard más rudo de los setenta. Unos tipos frios llegandos de Escandinavia pero que transmiten todo su calor encima de un escenario.
Una sala pequeña, con el suficiente público para que la velada fuera de lo más agradable. Un escenario austero presidido con una tela con el nombre de la banda al fondo y tres tipos dispuestos a hacer lo que mejor saben hacer, generan vibraciones de blues-rock humeante y narcótico.
A ritmo de hard setentero stonerizado, los primeros riffs de «Perfect», nos daban una pistas de por donde iba a ir su actuación. La garra y sentimiento de los setenta se iba a reencarnar sobre el escenario. Un potente sonido, pero en un nivel de decibelios apropiado, adornaba a los músicos. Da gusto cuando te encuentras en un concierto en el que no prima la cantidad sobre la calidad en cuando al tema del sonido.
Tras los primeros momentos de expectación, en su segundo tema comenzó el viaje al que nos invitaron durante algo mas de una hora, dando un repaso a los blues más humeantes de su discografía. Reinventando temas de su primer disco del año 2.005 como «Seed», «No», o «Mowdown» el que enlazaban con «Spacegirls blues» el trio se reinventaba a sí mismo. Una fase de su actuación en la que, con mucho groovy ritmico, iban impregnando sus notas de ese blues fumeta de tintes retros. Dejando el protagonismo al sentimiento sobre la pesadez. Los solos de Thomas Juneor Andersson se alargaban hasta la extenuación, retorciendo su cuerpo con cada golpe púa con la que hacía llorar su guitarra en unos lamentos que se clavaban en los corazones de los presentes.Sin despojarse de ni un momento del gorro con el que venía ataviado, agradecía al público la aceptación que su show estaba teniendo. Pero no mucho mas, la interactuación con el público la hacía con su voz y su guitarra.
Intercambiando las voces y apoyado por la maquinaria del implacable bajo del otrora miembro de Opeth, Per Wiberg, la tormenta perfecta perfecta estaba servida para una noche de rock a la vieja usanza. Lo cierto es que mis mejores presagios se estaban cumpliendo, y estabamos víendo la versión que mas me gusta de KAMCHATKA. En la parte central de su show bajaban las revoluciones con temas como «Rain», de su último disco para subirlas con los zarpazos que nos daba Thomas interpretando Dragons. Momentos para largos solos que nos dejaban sumidos en un trance.
Muchos momentos de calma que era bien recbida por un personal que tenía claro que había merecido la pena estar allí, con la multitud de eventos que ofrecía la nohce del viernes en Madrid. El sonido que nos ofrecía la acogedora hermana pequeña de la Copérnico estaba en consonancia con la calidad de los musicos que había sobre su escenario. Concluian un gran show con «Presure»· y «The search go on», sin conceder a los presentes ningún tema más a pesar de la insistencia del personal. Hubiera sido la guinda a una buena noche la generosidad de los suecos, pero no sé si por razones de horarios o por falta de ganas, se bajaron del escenario sin la propina que la noche merecía. Al margen de esta circunstancia el trio completó un mágnifico show que recomiendo no se pierdas en fechas próximas en su gira española.